Hay una gran responsabilidad en el proceso de escribir y editar un libro. Es importante pensar en cada detalle, encontrar a las personas adecuadas para recorrer el camino, buscar la mejor calidad para darle forma y conseguir llegar a esos rincones de lectura para emocionar, enganchar y con suerte, que mañana quieran volver a leerlo juntos otra vez.

Este álbum ilustrado nació como un paseo mágico, una aventura pensada para disfrutar en cada paso. Me sumergí en un mundo de personajes y colores, dando vida a la historia con cada trazo. La experiencia creativa fue una montaña rusa llena de diversión y emoción, con sus altibajos, ilusiones y momentos desafiantes, pero siempre emocionante. Crecí de formas inesperadas durante este proceso, y ahora espero que los más pequeños también encuentren alegría y disfruten de este libro. ¡Que la lectura les traiga la misma alegría que a mí al crearlo!

No es fácil trasmitir lo que realmente se quiere decir con cada canción. Dos o tres versos y un estribillo que se repite, no son suficientes para hacer comprensible un mensaje complejo. Sin embargo, cuando música y letra van acompañadas de un álbum ilustrado, las posibilidades de hacerse entender se multiplican. Las ilustraciones aportan detalles importantes que no caben en tres minutos cantados. Y el trazo de cada ilustrador, con sus colores, luces y sombras, se integra con la melodía, creando ambientes que despiertan emociones concretas. Finalmente, la maquetación busca diseñar una coreografía perfecta entre las diferentes artes. Si todo va bien, el resultado serán canciones visuales y cuentos bailables.

Llevo unos cuantos años contando cuentos porque siento la imperiosa necesidad de acercar la literatura infantil a los más pequeños de la casa. Son indudables los beneficios de unas buenas lecturas, bien sean leídas o escuchadas. Las palabras son vehículos que nos transportan a mundos inimaginables, mundos que están deseando ser descubiertos llenos de aprendizaje, diversión y emociones desatadas.

Trabajar en “el día que encogieron a Gorp” ha sido todo un lujo. Desde el primer momento que leí la historia me enamoré del personaje. Además, tuve la suerte de poder trabajar codo con codo junto con la escritora, Amaia del campo, y la editora, Ana santos, donde cada uno aportaba y todos contábamos con el mismo objetivo: disfrutar mucho del proyecto y hacer algo muy especial. Ha sido una experiencia con mucho, mucho trabajo, pero con mucha satisfacción.

Me encanta componer canciones en las que tengo que meterme en la piel de algún personaje. Para que la música y la letra fluyan, necesito sentir que soy ese personaje, pensar como él y explorar el mundo desde su perspectiva. Esto también me da libertad para crear y para jugar a ser como me apetezca ser, sin prejuicios ni límites. Es una sensación que me gusta mucho, y que suele funcionar para hacer canciones divertidas. Gorp es un gran ejemplo de este tipo de canciones.

Una obra necesita buena compañía, primero para ser creada y luego para ser leída. Ir con Pole Pole es saber que el proceso será cuidado para que llegue a las casas el mejor regalo. ¡Y es que cautivar a las familias es cosa seria!

Cada libro abre nuevas compuertas, nuevas conexiones que cuentan nuestras maneras de ver el mundo. Intercambiar miradas y tejer hilos para conectar con los lectores que completarán y harán suya la historia. Bucear en el texto hasta encontrar el ritmo en el que ambos, imágenes y texto se complementen contando más allá o más acá, unas veces con telescopio, otras con lupa. Viajar hasta la prehistoria imaginando a través de huellas y trazos. Fijarte en el insecto que trepa por tu zapato y querer saber más.